lunes, 4 de enero de 2010

No soy un estudioso del amor, pero sí un creativo: en su nombre he escrito infinidad de historias. Y no creo que el amor como tal haya cambiado. Los que cambiaron son los tiempos y las modas. Hay maneras diferentes de respirarlo. Ahora lo demostramos a través de un fax o de una llamada telefónica y antes se escribían cartas con pluma de pájaros. Hoy para dar un mensaje de amor, atravesamos la carretera cibernética. Nuestros abuelos agarraban un barco y el amor olía a velas y mar...